Beth, lo perfecto de la delicadeza y la simplicidad

 Siempre he dicho que leer a Andrea Muñoz Majarrez es un valor seguro. Muchos sabéis que me inicié con esta autora y su deliciosa "Charlotte Beverly", una novela que me hizo volar a la campiña inglesa para deleitarme con una historia de amor de aparente simpleza aunque encerraba muchos secretos y algún  que otro sobresalto. Con su "Beth", Andrea vuelve a demostrar que es una escritura con mucho por darnos aún y que amenaza con quedarse con nosotros por mucho, mucho tiempo.

Cierto es que he tardado tiempo tanto en ponerme con su "Beth" como en hacer la reseña. La lectura ha llegado tarde por falta de tiempo y oportunidad (ya sabéis que soy mamá de un pequeño de dos años que me tiene bastante ocupada), aunque debo confesaros que, cuando la cogí por banda, la devoré en dos días (ojo, la empecé hace tiempo, pero cuando realmente me puse preferí volver al principio y entonces sí, me la fumé XD). Sobre la reseña, la he escrito varias veces pero, no sé por qué repipas, no se había publicado. Espero que esta vez sea la buena.

Ahora, sin más preámbulo, vamos a lo que nos ocupa.


SINOPSIS



"Beth Arundel ha forjado un carácter fuerte y bondadoso tras vivir una dura infancia, y sufrir un terrible desengaño amoroso. Regresa a Inglaterra después de muchos años viviendo en Bélgica, donde ha trabajado como institutriz, cuidando a la joven Olivia Gibson. Ahora que su alumna ha crecido, debe encontrar un nuevo puesto.

Una noche, en una velada de la Temporada, conocerá al doctor MacGregor, un apuesto médico escocés, del que se llevará una agradable impresión, aunque piensa que jamás volverán a verse. Tiempo después, a través de una vieja amiga, Beth consigue un nuevo empleo, y viajará a Escocia para convertirse en la doncella de la señora Wallace, que vive con su sobrino en una pequeña ciudad de las Tierras Altas.

Allí descubre que el sobrino de la señora Wallace no es otro que el doctor MacGregor. Beth se adaptará rápidamente a su nueva vida, y poco a poco, el doctor MacGregor se irá adueñando de su maltrecho corazón, que tanto sufrió años atrás. Sin embargo, pronto el pasado volverá para atormentarla.

¿Conseguirá Beth volver a enamorarse, y cerrar las heridas de su pasado?"



OPINIÓN PERSONAL:

 Tal vez lo que más me gusta de la pluma de Andrea es la delicadeza que emplea a la hora de narrar sus historias, su capacidad para transportarnos a aquellos paisajes y escenarios que su mente ha creado o sus ojos han visto. Casi parece que podamos respirar el aroma a tierra mojada, que podamos sentir el viento en nuestro rostro y podamos deleitarnos ante esos palacetes vetustos donde lo antiguo y lo nuevo convergen. 

Como en las anteriores novelas de la autora, la influencia de Austen en la escritura de Andrea es innegable, no solo en la forma de expresarse, sino en la protagonista de la historia: Beth Arundel. Al igual que sucedía en las heroínas de la escritora inglesa, en concreto Fanny Price y Anne Elliot, Beth no es una heroína al uso. Pese a las vicisitudes de su vida, hace gala de un carácter tierno y tranquilo donde su máxima es tratar de olvidar el pasado y vivir su presente. Al igual que las protagonistas austenianas (y salvando las distancias, claro), la Beth de Andrea es una mujer que observa todo cuanto le rodea, pero es una mujer que actúa, no como Fanny Price. Beth trata de escapar de aquello que le ha hecho daño: un padre ausente y autoritario que jamás le ha querido, una madrastra que la desprecia y una hermanastra que la vitupera en público y trata de poner a todo el mundo en su contra hasta llegar al acoso, abuso e incluso a la propia agresión. Pero Beth no se deja llevar por la rabia, recordando en todo momento las enseñanzas de su difunta madre, que siempre le hablaba de la bondad de las personas y la grandeza y la magia de las Highlands.

Son esas enigmáticas tierras, esas palabras de su niñez la que le hacen concebir un cierto cariño por esos territorios que solo conoce por boca de su madre y que se presentarán como su verdadero destino y refugio. Las Highlands se dibujan en su mentalidad infantil como una tierra de duendes y hadas, como un lugar donde aguerridos hombres visten esas faldas a cuadros llamadas kilts y preciosas damas suspiran por noches de amor bajo el cielo estrellado. Inconscientemente, nuestra heroína ya se ha enamorado de las Tierras Altas y desea marchar allí llegado el momento.

Sin embargo, antes de llegar a Escocia, la vida de Beth no estará exenta de altibajos: los años más felices los pasará en una academia de señoritas donde forjará las mejores amistades y donde conocerá al primer amor, al primer hombre que hará que su cuerpo despierte a sus más primarios instintos. Pero ese mismo amor le deparará el primer gran desengaño, la mayor traición.

Y Beth huirá de esa isla en la que se siente tan pequeña pero que se le antoja tan diminuta en comparación con ese mundo que la espera. Una huida de todo lo que le duele, un camino de superación que pasa por cerrar viejas heridas, por encontrar motivos que le ayuden a perdonar a aquellos que la hundieron. Porque, por encima de todo, "Beth" no es solo una historia de amor: es una historia de PERDÓN.




Muchos años pasarán hasta que vuelva a Inglaterra con ocasión de la boda de su alumna, lady Olivia, de la que ha sido institutriz hasta que la vida social y el amor la han llamado. Es entonces cuando el destino juega en favor de Beth Arundel y sus pasos la llevan a trabajar como dama de compañía de lady Wallace, una escocesa de gran corazón que ha dedicado su vida a velar por sus sobrinos huérfanos. En concreto, del doctor MacGregor, a quien Beth conoció por casualidad en una fiesta londinense.

Los ojos fríos de ese altivo y atractivo escocés ejercen sobre la joven Beth una extraña fascinación que le hacen querer acercarse más a él y conocer algo más de esa personalidad aparentemente fría, forjada a fuego. Lo que Beth no tardará en descubrir es que su doctor esconde un pasado funesto, marcado por la trágica muerte de sus padres y por el recuerdo de un amor tóxico que aun en esos días sigue ejerciendo sobre él un perturbador hechizo. 

Sin embargo, los ojos de Beth aparecen como la mejor curación...

Todo parece ir bien hasta que el pasado de Beth llama a la puerta... Es ahí donde el tándem protagonista descubrirá que lo que realmente deseaban ambos había estado ante sus ojos todo el tiempo.

Y será en ese momento, cuando ambos aprendan a estar en PAZ con su pasado, cuando ambos PERDONEN  a aquellos que les hirieron una vez y aprendan a PERDONARSE A SÍ MISMOS, cuando realmente se encuentren en el mismo punto y puedan decirse en igualdad lo que sienten.

Y es aquí donde todo cobra sentido, donde podemos ver lo que dije al inicio: que una novela aparentemente sencilla, una historia de amor se convierte en una verdadera historia donde el PERDÓN ha sido siempre el protagonista. Un perdón que ya comenzó con la madre de Beth, que perdona todos los desplantes de su esposo por amor, y finaliza con su propia hija.




Al igual que en novelas anteriores, en Beth también encontramos a secundarios que nos cautivarán, aunque el empaque de Beth y el doctor MacGregor los eclipsan tanto que se empequeñecen. Y eso que la historia de la fiel aya de Beth merecería un capítulo aparte, pues es una historia de amor que se forjó con el tiempo, enmarcada en besos robados y por casualidad. Tal como suceden las grandes historias: con un encuentro casual.


El punto negativo que le pongo (que no es tal, como le dije a su autora), es el uso de los "leísmos" y "laísmos". Pero, REPITO, no lo considero como algo negativo, puesto que cada zona, cada territorio, tenemos nuestros propios dejes, nuestras propias manías lingüísticas y es normal que nuestras raíces emerjan por alguna parte, por mucho que como escritores queramos adoptar un estilo lo más neutro posible. Confieso que yo arrastro también muchos errores a la hora del uso de los pronombres, repeticiones y, por supuesto, los adverbios acabados en "-mente", algo mucho más común de lo que pensamos. Aun así, como escritores tratamos de mejorar, de perfeccionarnos, y en Andrea veo un salto cualitativo entre esta novela y su Charlotte Beverly. Se le nota el mimo, el cuidado que pone en cada frase, en cada personaje; y también es destacable su trabajo en la corrección ortotipográfica.

Solo me queda decirte:






¡¡¡ENHORABUENA, ANDREA!!!
DESEANDO LEER LA SIGUIENTE ^_^ 



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